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Manual de consejería pastoral (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Pero hay una buena noticia: el Señor Jesús
-mediante su muerte en la
cruz- eliminó la brecha que nos separaba de Dios y ahora
podemos disfrutar de la plenitud de vida que tenía
planeada desde un comienzo para usted y para mí.
"Por eso el sacrificio del cuerpo de Cristo nos hace sanos
porque él hizo lo que Dios quería al sacrificarse
una sola vez y para siempre. Nos ha limpiado y liberado de toda
culpa, y ahora nuestro cuerpo está lavado con agua pura…
"(Hebreos 10:10, 22. Versión: Nuevo Testamento, la Palabra
de Dios para todos)

¿Hay razón para que continuemos en tal
condición de tristeza, amargura y desesperanza no solo en
el presente sino hacia el futuro porque todavía nos
gobiernan los recuerdos y sensación de culpa de cuanto
hicimos en el pasado? En absoluto. Fuimos lavados y cada
día es un nuevo capítulo por escribir.

En cierta ocasión el Señor Jesucristo se
encontraba en Nazaret, el pueblo donde había crecido.
Conforme a su costumbre fue a la Sinagoga en el día de
reposo. "Le dieron el libro del
profeta Isaías, lo abrió y encontró la parte
donde está escrito: El Señor ha puesto su
Espíritu en mi, porque me escogió para anunciar a
buenas noticias a los
pobres. Me envió a contarles a los prisioneros que
serán liberados. A contarles a los ciegos que verán
de nuevo…Luego Jesús enrolló el libro, se lo
devolvió al ayudante y se sentó. Los que estaban en
la sinagoga le ponían mucha atención. Entonces Jesús les dijo:
–Lo que acabo de leerles se ha cumplido hoy"(Lucas 4:17-20.
Versión: Nuevo Testamento, la Palabra de Dios para
todos).

Cuando leemos el texto con
detenimiento podemos imaginar la escena, en la que decenas de
hombres estaban atentos al Maestro. Ellos enfrentaban
dificultades. Tal vez su temperamento, los temores, recuerdos de
errores pasados que no les permitían avanzar.
Sinnúmero de situaciones que venían
atropelladamente a su memoria y les
llevaban a coincidir en un punto: todavía eran presa de
traumas que les impedían crecer como personas pero
también, en la vida espiritual. Es probable que no fueran
traumas sino limitaciones que ellos mismos ponían a su
paso y que mantenían sus vidas en estancamiento.

Pero las palabras del Señor Jesús trajeron
sanidad a su mente y a su corazón.
¡He ahí el punto: Sanidad Interior! Ese es el centro
de todo el asunto: que las personas a quienes ustedes y yo
orientemos, encuentren sosiego y además, con ayuda de los
principios
bíblicos, encuentren sanidad para sus heridas…

El MANUAL puede ser enseñado por Lecciones, a
grupos de
liderazgo.
También puede convertirse en la base fundamental para un
retiro espiritual. Es probable que lo incluya en la Escuela para el
Servicio
Cristiano de su denominación. O simplemente, sirva como su
instrumento de estudio personal. En
todos los casos nuestra oración es que sea útil
para su existencia y la de quienes le rodean.

Así es que, tome su Biblia, papel y lápiz, y …
a trabajar…

© Fernando Alexis Jiménez

Capítulo 1

Sanados para
sanar…

Si hay algo complejo en la existencia de todo ser humano, es
aprender a llevarse bien con quienes le rodean.

El padre que discute con sus hijos, la esposa que considera
imposible mantener un buen entendimiento con su cónyuge,
el compañero de trabajo que
explota a la más mínima provocación o el
vecino que nos mira mal sin que le hayamos hecho nada, en su
conjunto, constituyen algunos ejemplos de los factores que
inciden negativamente en la meta de
mantener unas buenas relaciones
interpersonales.

Las fricciones o diferencias de criterio conducen en buena
parte de los casos a malentendidos, desacuerdos, gestos de
desaprobación o un ceño fruncido que hiere a las
personas, aun sin que nadie se lo proponga.

Cada quien es un mundo diferente y por esa razón es tan
complicado entender a los demás y que nos entiendan.
Aunque nos esforcemos, no podemos mantener a gusto a nuestro
semejante.

Sobre esta base, ¿considera que es fácil asumir
la tarea de Consejero en la iglesia en la
que se congrega? Es probable que a primera vista piense que
sí, sin embargo cuando medita en el asunto,
comprobará que se necesita mucho más que buenas
intenciones para desarrollar una buena consejería.

Para sanar a otros mediante la
orientación con fundamento en lo que plantean las
Escrituras, es necesario que nosotros mismos estemos
sanos. De lo contrario nuestro trabajo será
ineficaz. El principio esencial es: "Sanados para sanar".
No se trata de un simple juego de
palabras sino de una pauta que nos llevará a cumplir una
labor oportuna, exitosa y con resultados sólidos.

Relaciones apropiadas

Quien anhela servir al Señor Jesucristo en el campo de
la Consejería Cristiana debe cumplir un proceso que
sienta las bases en tres direcciones ineludibles:

1.- Una buena relación con Dios.

2.- Una buena relación consigo mismo.

3.- Una buena relación con los demás.

Imagine por un instante que el proceso es como un edificio de
tres pisos. No se puede llegar a un nivel superior hasta tanto
esté construida la estructura del
primer piso, con bases sólidos. Y el tercero no
será edificado hasta tanto esté terminado el
segundo nivel.

Igual usted y yo, si no tenemos una buena relación, no
estaremos en paz con nosotros mismos y, por supuesto,
experimentaremos choques y confrontaciones con el
prójimo.

Un buen comienzo

El mejor comienzo para adelantar exitosamente el proceso de
preparación hacia la Consejería Cristiana, es
practicarnos un auto examen.

La mejor ilustración la arroja quien se mira frente
al espejo. A menos que lo haga, no sabrá cómo se
encuentra. Los demás pueden saberlo, pero el interesado
ignora.

Esta idea es la que fundamenta la necesidad de evaluarnos de
forma honesta y sin apasionamientos, reconociendo los
errores.

Como si estuviéramos llenando un formulario, es preciso
que respondamos a conciencia
algunos aspectos que nos ayudarán a elaborar la
radiografía sobre cómo nos encontramos, espiritual
y emocionalmente:

1.- ¿Cuáles son nuestras reacciones ante
cualquier estímulo?¿Nos embarga el temor, la ira,
la incertidumbre?.

2.- ¿Qué aspectos de una
conversación nos afectan más?¿Sentimos que
aquél que nos lleva a reconocer nuestros errores lo hace
con el propósito de herirnos?

3.- ¿Qué factores externos o internos
producen en nosotros variaciones en los estados de
ánimo?

4.- Frente a circunstancias adversas o inesperadas
¿Nos embargan estados de seguridad o de
inseguridad?¿Podríamos explicar las
razones?

Conforme vaya avanzando en el auto análisis, emergerán nuevos
interrogantes. Revisten particular importancia porque le
permitirán tener una mayor aproximación a
cuál es su estado como
persona. De
paso, le permitirá identificar fallas que es necesario
corregir -con ayuda del Señor Jesucristo"para desarrollar
una tarea eficaz en materia de
Consejería Cristiana. El propósito final es
determinar qué nos hace sentir mal y trazar pautas que nos
permitan superar esa sensación, frustrante para quienes no
saben manejarla.

Este avance paso a paso es lo que podríamos definir
como Sanidad Interior que debe experimentar todo
cristiano, tanto el que asiste a la congregación cada
semana como aquél que trabajará en labores de
Consejero.

Ahora, si vamos al terreno de la psicoterapia o
la psiquiatría para encontrar fundamento a la importancia
de la Sanidad Interior, no lo hallaremos porque -aunque
reconocemos y valoramos estas ramas del conocimiento"se limitan a trabajar con fundamento
en principios de ciencia y no
espirituales. Los cristianos por nuestra parte nos orientamos
primero a la parte espiritual, sin desconocer los aportes hechos
por la
ciencia.

I.- Una buena relación con Dios

Todo ser humano tiene un área espiritual, lo reconozca
o no, que le abre las puertas para relacionarse con Dios o como
le llaman algunos, con un Ser Superior. Esta área es de
suma importancia. Sin embargo no estará en pleno desarrollo
hasta tanto restablezcamos la relación con Aquél
que creó todas las cosas, incluso a usted o a mi.
¿Qué nos separó del Señor? El
pecado de
Adán y Eva que sembraron en todas las generaciones desde
entonces hasta la nuestra, una naturaleza
pecaminosa siempre latente.

Construir un puente que nos acercara al Padre fue posible por
la obra del Señor Jesucristo. Aún así, hay
quienes no conocen ese proceso maravilloso de liberación
del pecado que se produjo en el Monte Calvario y siguen
distanciados del Creador. Para eliminar esa brecha, Jesucristo
nos llama a todos. Él dijo: "Yo estoy a la puerta, y
llamo; si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa, y
cenaré contigo"(Apocalipsis 3:20. Biblia de Traducción en Lenguaje
Actual TLA – SBU).

La obra ya se hizo en la cruz. Somos libres. Sin embargo tal
libertad no
será posible hasta tanto la comprendamos, asumamos y
pongamos en práctica para dar paso a una naturaleza
renovada. ¿Cómo lograrlo? Derribando los muros que
nos mantienen alejados de Dios. Y, ¿cómo nos
acercamos a Él? Por medio del Señor Jesucristo.
"Jesús le respondió (a Tomás) Yo soy
el camino, la verdad y la vida. Sin mi, nadie puede llegar a Dios
el Padre"(Juan 14:6 TLA – SBU).

¿Desea ser un Consejero Cristiano? Primero, restablezca
su contacto con Dios. ¿La razón? Hay decenas de
personas que hablan de Dios, aconsejan asegurando que lo hacen
sobre la base de pautas bíblicas y posan de ser
cristianos, pero todavía no conocen a Dios. No han tenido
un encuentro personal con Él, que es posible a
través del Señor Jesucristo.

II.- Una buena relación consigo mismo

Volvamos al ejemplo de quien se mira al espejo. Es probable
que nos haya ocurrido cientos de veces recién nos
levantamos. Ahora, ¿usted acepta a la persona que
encuentra reflejada en el cristal?¿Hay algo que le molesta
de ese ser que incluso le lleva a considerarlo distante?.

El problema estriba en quienes no logran aceptarse a si
mismos, porque tienen una baja autoestima. Al
respecto el apóstol Pablo escribió: "Dios en
su bondad me nombró apóstol, y por eso les ido que
no me crean mejores de lo que realmente son. Más bien,
véanse ustedes mismos según la capacidad que Dios
les ha dado como seguidores de Cristo"(Romanos 12:3 TLA –
SBU).

¿Qué significan estas palabras? Que es necesario
aceptarnos tal como somos y reconocer que tenemos fortalezas y
debilidades, éstas últimas en proceso de ser
superadas gracias a la fortaleza que provienen del Señor
Jesucristo.

¿Comprende ahora la importancia del auto examen? Nos
proporcionó bases sólidas para identificar fallas y
correctivos.

Somos criaturas de Dios y Él nos ama, a pesar de
nuestras fallas. Obviamente su propósito desde la
eternidad para nosotros es que crezcamos en los niveles
espiritual y personal. ¿En nuestras fuerzas? No, en las
que provienen de Dios.

Un hombre de la
antigüedad quien comprendió que los planes del
Señor para él eran fabulosos, escribió:
"Soy una creación maravillosa y por eso te doy
gracias. Todo lo que haces es maravilloso, ¡de eso estoy
bien seguro! Tu viste
cuando mi cuerpo fue cobrando forma en las profundidades de
la tierra;
¡aún no había vivido un solo día,
cuando tú ya habías decidido cuanto tiempo
viviría!¡Lo habías anotado en tu
libro!"(Salmo 139:14-16 TLA – SBU).

Nuestro amado Padre definió las características
genéticas, el aspecto físico, las emociones y los
rasgos básicos del carácter y la
personalidad. ¿Quién podría obrar mejor
un cambio en
nosotros que Dios quien nos creó? Cuando se produce tal
transformación, es como si cayera el velo que nos
impedía reconocer cuál es el propósito que
tiene para nosotros.

En el proceso de trato del Señor con cada uno, llegamos
a aceptarnos tal como somos y emprendemos la tarea de crecer en
todos los órdenes; por supuesto, tal crecimiento implica
aplicar ajustes donde hay fallas.

¿Cuánto demoran los cambios que tanto anhelamos?
No hay un parámetro para determinar que será
cuestión de días, meses o de años. En
esencia es un proceso y debemos entenderlo como tal, de acuerdo
como lo describe el apóstol Pablo al referirse a los
cambios que podían apreciarse en sus pensamientos y
acciones:
"Con eso no quiero decir que yo haya logrado hacer todo lo
que les he dicho, ni tampoco que ya sea yo perfecto. Pero si
puedo decir que sigo adelante luchando por alcanzar esa meta,
pues para eso me salvó Jesucristo. Hermanos, yo sé
muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he
decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me
concentro en lo que falta por recorrer"(Filipenses 3:12, 13. TLA
– SBU).

¿Podríamos resumir en tres puntos lo que anotaba
Pablo? Por supuesto que sí. De su escrito aprendemos:

1.- Que la transformación y crecimiento personal
y espiritual constituyen un proceso en la vida de todo
cristiano.

2.- Que es necesario olvidar el pasado y no vivir
atormentados por lo que hicimos o nos hicieron ayer. Por mucho
que nos esforcemos, no volveremos atrás en el tiempo.

3.- Que es esencial seguir adelante bajo un
convencimiento: siempre hay una nueva oportunidad para
aprovecharla.

Hay aspectos que se forjaron en nosotros al interior de
la familia que
difícilmente podrán ser modificados (a menos que lo
haga Dios, por supuesto). Vienen a ser como una impronta. De
ahí que muchos descubran en usted y en mi rasgos que
identificaban a nuestros padres, quizá a los tíos e
incluso, a los abuelos.

¿Quién sana esos recuerdos? El Señor
Jesucristo durante el proceso de transformación que
desarrolla en nuestras vidas.

Insisto en algo: es necesario recordar que no podemos cambiar
a los demás como tampoco ellos nos pueden cambiar a
nosotros. Quien lo hace es Dios.

Cuando tenemos claro este principio, es fácil
comprender las etapas por las que atravesamos cuando estamos
dando pasos de significación en el proceso de
transformación personal y espiritual: La primera es el
idealismo. Es aquella en la que soñamos un
mundo perfecto con personas perfectas. La segunda es la
confrontación. Es la fase en la que
descubrimos que hay una enorme brecha entre el mundo que nos
imaginamos y el real. Quienes nos rodean actúan muy
distinto de cómo quisiéramos. Una tercera etapa es
la de ajustes, cuando entendemos que el cambio
comienza primero con nosotros antes de que se produzca un cambio
en nuestro prójimo.

III.- La relación con quienes me rodean

Una vez tenemos una buena relación con Dios y con
nosotros mismos, pasamos a la fase de cimentar una buena
relación con los demás.

Dios instruyó a su pueblo desde la antigüedad al
trazar pautas de vida en comunidad.
Él dijo: "Recuerden que cada uno debe amar a su
prójimo como se ama a si mismo"(Levítico 19:18, 19.
TLA – SBU).

Es evidente que si me acepto tal como soy –consciente de mi
necesidad de aplicar ajustes– puedo aceptar a los demás.
Si no tengo amor propio,
tampoco podré amar a quienes me rodean.

¿Comprende ahora la importancia de haber edificado los
dos primeros pisos? Una buena relación con Dios y consigo
mismo, sienta las bases para que las relaciones interpersonales
resulten exitosas.

El apóstol escribió: "Amen a los
demás con sinceridad. Rechacen todo lo que sea malo, y no
se aparten de lo que sea bueno. Ámense unos a otros como
hermanos, y respétense siempre. No maldigan a sus
perseguidores; más bien, pídanle a Dios que los
bendiga. Vivan siempre en armonía. No se crean más
inteligentes que los demás. Si alguien los trata mal, no
le paguen con la misma moneda. Al contrario, busquen hacerle el
bien a todos. Hagan todo lo posible por vivir en paz con todo el
mundo"(Romanos 12:9, 10, 14, 16-18. TLA – SBU).

Sobre la base de las pautas bíblicas, aprendemos varios
aspectos primordiales en el trato con los demás:

Primero, amor sincero exento de fingimientos e
hipocresía; segundo, desechar rencor, resentimiento y todo
aquello que pueda levantarse como un muro que interfiera la
relación con el prójimo; tercero, el respeto a la
dignidad del
otro; cuarto, no pagar con la misma moneda sino, con amor y
gracias a la ayuda divina, orar por quienes nos hacen daño y
en lo posible, ayudarles; quinto, poner de nuestra parte para que
el trato interpersonal resulte edificante. Por supuesto, hay
situaciones en las que resulta literalmente imposible cualquier
tipo de acercamiento. Existen personas intolerantes. Es algo que
no vamos a cambiar de la noche a la mañana. En tal caso,
es Dios y en oración, quien nos concede la salida.

Capítulo 2

Adentrándonos en
el maravilloso mundo de la vida interior

"Los cimientos son esenciales para que una estructura pueda
soportar varios pisos. En caso de que la cimentación sea
débil, inevitablemente se producirá un colapso y el
edificio se vendrá a tierra
". Con estas palabras un
amigo ingeniero con quien dialogaba en la oficina,
sustentó la importancia de tener una base sólida en
toda construcción.

Igual ocurre con nuestra vida. A menos que haya un buen
basamento, experimentaremos trastornos que serán evidentes
a todos. Enfrentaremos dolor y lo provocaremos en los
demás.

Hace pocos días leí el libro "Relaciones
Humanas Aplicadas" del sicoterapeuta Juan Francisco Gallo
quien asegura que la situación no solo es preocupante sino
que podría evitarse con una edificación personal y
espiritual apropiada.

En su criterio: "Los complejos, la timidez, el nerviosismo,
la preocupación, el temor, la agresividad y la
inestabilidad de ánimo, son trastornos de la conducta
originados en la mala formación de nuestra personalidad,
o sea, que los materiales con
los que está fundamentada son falsos y maleables"(
"Relaciones Humanas Aplicadas", Pag. 21. Ediciones Paulinas.
1987. Santafé de Bogotá. Colombia).

Considero que se trata de una ilustración que grafica
dos elementos sobre los que debemos trabajar como
preámbulo a una Consejería Cristiana eficaz,
oportuna y bíblica: la Personalidad y la Conducta.

Para quien estudio sicología o quizá
recibió asignaturas afines durante su formación
académica en el Seminario o en el
Instituto Bíblico, es fácil comprender de
qué se trata; sin embargo, como aspiramos tornar muy
sencilla la enseñanza de tal manera que además
de asequible a todo Pastor, Obrero o Líder
que trabaja en la obra de Jesucristo, sea muy práctica,
debemos comenzar por definir estos dos grandes conceptos de
manera que los podamos comprender y asimilar con facilidad.

La Personalidad

Latinoamérica se vio sacudida hace algún tiempo
con la noticia sobre un hombre que, comenzando la mañana y
frente a su negocio de ferretería en una plaza de mercado,
procedió a agredir con un destornillador a los
transeúntes. No había razón aparente para su
comportamiento.

Las autoridades reaccionaron con rapidez. Pese a ello no fue
fácil detenerlo, es más, era literalmente
imposible. Seguía lanzando ataques con aquella
herramienta.

Los intentos de un agente del orden por detenerlo degeneraron
en una gresca hasta que un disparo zanjó las diferencias.
El hombre
murió.

Su tragedia había comenzado dos horas atrás.
Apenas se sentó a beberse un café en
el desayuno, la esposa le recordó que debían tres
meses de renta, a los hijos les habían devuelto dos veces
de la escuela por estar atrasados en el pago de la colegiatura y,
además, aquél día no tenían nada para
el almuerzo. "¿Qué hago, mujer, si el
negocio cada día va peor?
", gritó ofuscado al
tiempo que echaba por el suelo el pocillo
con café. Salió dando tremendo portazo. Estaba
angustiado. La más mínima provocación
desencadenó su ira irracional.

Alguien que presenció la escena resumió el
asunto al decir: "A este pobre hombre lo mató la
desesperación
". Tenía razón. Estaba
atravesando por un mal momento que se dimensionó como
producto de
problemas en
su personalidad.

Un hombre de la antigüedad a quien se consideraba
ejemplo, delante de Dios y de los hombres, la esencia misma de la
rectitud, se encontró en un abrir y cerrar de ojos en una
penosa situación: perdió sus posesiones, en un
absurdo accidente murieron sus hijos y para coronar la
sucesión de incidentes trágicos, evidenció
una enfermedad que no podían controlar los médicos
de la época.

Fue una presión
externa enorme que golpeó su vida y, por ende, su
personalidad. Presa de la desesperanza escribió:
"Perezca el día en que yo nací, y la noche
que dijo: "Un varón ha sido concebido". ¿Por
qué no morí yo al nacer, o expiré al salir
del vientre? Porque ahora yo yacería tranquilo;
dormiría, y entonces tendría descanso…¿Por
qué se da luz al que sufre,
y vida al amargado de alma; a los
que ansían la muerte,
pero no llega, y cavan por ella más que por tesoros; que
se alegran sobremanera, y se regocijan cuando encuentran el
sepulcro? Porque al ver mi alimento salen mis gemidos, y mis
clamores se derraman como agua. Pues lo que temo viene sobre mi,
y lo que me aterroriza me sucede. No tengo reposo ni estoy
tranquilo, no descanso, sino que me viene tribulación"(Job
3:1, 11,20, 21, 24-26. La Biblia de las
Américas).

¿Le resultan familiares estas reacciones?¿Acaso
ha tenido la oportunidad de apreciar actitudes
así en amigos, familiares o tal vez en su propio ser? Si
es así -como no dudo que haya ocurrido"hay problemas de
personalidad tras los comportamientos errados descritos. Ese es
el punto clave al que debe dirigirse el Consejero Cristiano.
Ahora, para alcanzar mayor eficacia en la
tarea, tanto de análisis como de acompañamiento con
una orientación fundamentada en las Escritura, es
necesario que definamos qué es la Personalidad.

La forma más sencilla de describir la personalidad es
precisando que se trata del conjunto total de nuestras facultades
físicas, mentales y emocionales, que a lo largo de la vida
de cada ser han sido construidas a partir de vivencias,
experiencias y aprendizajes tanto favorables como desfavorables,
positivos y negativos.

Estos rasgos nos tornan distintos de las demás
personas. Son algo único en cada hombre y mujer, porque
igual, cada uno de nosotros es un mundo diferente. Sobre esa
base, es natural que las reacciones difieran en las personas
cuando reciben un estímulo igual. Por ejemplo: a Job, el
personaje bíblico, le avisaron que había perdido
sus propiedades y más aún: sus hijos. Se
pronunció con calma ante quienes trajeron las malas
noticias: "Desnudo salí del vientre de mi madre y
desnudo volveré allá. El Señor dio y el
Señor quitó; bendito sea el nombre del
Señor" (Job 1:22. La Biblia de las
Américas).

Moisés, el profeta que guiado por Dios sacó a
Israel de la
esclavitud
egipcia, también experimentó una situación
delicada. Caminando en el desierto habían llegado a un
lugar entre Elim y Sinaí. Tenían hambre y fatiga.
"Y toda la congregación de los hijos de Israel,
murmuró contra Moisés y contra Aarón en el
desierto." Los dos siervos de Dios se llenaron de angustia.
¡Era toda una nación
en su contra! Fueron al Señor en procura de ayuda. La
calma retornó cuando Él se pronunció:
"Entonces el Señor le dijo a Moisés: he
aquí, haré llover pan del cielo para vosotros, y el
pueblo saldrá y recogerá diariamente la
porción de cada día, para ponerlos a prueba si
andan o no en mi ley"(Exodo 16:2,
4. La Biblia de las Américas).

Como podrá apreciar, mientras que Job guardó la
calma y recurrió a Dios cuando las circunstancias se
hicieron cada vez más difíciles y minaron su
confianza en el poder divino,
en Moisés la reacción fue opuesta: inmediatamente
buscó al Supremo Hacedor porque en ocasiones,
fácilmente sucumbía a las presiones.

El ego, las circunstancias y la personalidad

Al primer concepto es
esencial que le añadamos otro que está
íntimamente ligado. Se trata del yo o del
ego que hay en todo ser humano. Es lo que la Biblia
llama espíritu. Vendría a ser el eje central de
nuestra personalidad.

¿Ha observado con detenimiento las aspas de un
ventilador al girar? Pues bien, si tomamos esta gráfica
mental para ilustrar el asunto, diríamos que el
yo es el punto central sobre el que la
hélice da vueltas y vueltas.

Ahora, se preguntará usted, ¿qué
relación hay entre el ego y la
personalidad? Para ilustrar la respuesta, tomaremos
como ejemplo un cerillo. Sobre esta base, el ego es
el trozo de madera o de
papel encerado sobre el que se fija el fósforo. La
acción
de pasar el fósforo sobre una superficie corrugada para
generar el fuego, vendría a ser como las
circunstancias que ejercen influencia en el
ego; y la llama sería, en este caso
específico, la personalidad, es decir, lo
que se produce al término de todo el proceso. Son tres
elementos que están estrechamente unidos entre
sí.

Un ser que tenga la cimentación necesaria para guardar
equilibrio
frente al cúmulo de factores positivos y negativos que
afectan su vida desde fuera, sin duda reaccionara con equilibrio.
Por el contrario, quien tiene problemas en su personalidad,
desencadenará reacciones impredecibles. ¿Comprende
ahora el valor de la
sana personalidad y por qué razón el Consejero
Cristiano debe tomar nota del asunto antes de brindar una
orientación a quien le consulta su problema?

Ahora, ¿de qué manera influye el
yo o el ego? Es como la página
en blanco que tengo abierta en el computador.
Está vacía. Pero conforme voy escribiendo,
tendrá un mensaje que usted podrá leer. Todo
depende de la concatenación de términos, frases y
párrafos que consigne allí. Bien podría
escribir una novela
costumbrista latinoamericana o, como lo estamos haciendo, un
MANUAL DE CONSEJERIA PASTORAL. El papel (en este caso el
yo o el ego) es el mismo en todos los
casos, el resultado es el fruto de todo aquello que escriba (lo
que llamaríamos personalidad, para el
ejemplo que nos ocupa).

Hay algo más que debo agregar: nuestra
Personalidad no es estática;
por el contrario, es dinámica. Jamás podemos decir que ya
está formada porque siempre está en proceso de
formación. Se desenvuelve en actividad y evolución pero también puede
manifestar deterioro cuando dejamos de lado cultivarla,
orientarla y desarrollarla mediante el proceso constante de
crecimiento personal y espiritual, y por supuesto, de sanidad
interior.

En particular estas últimas palabras le invito para que
las lea de nuevo y tome conciencia de que todo ser humano, cuando
mediante una adecuada orientación, es encaminado a asumir
y a avanzar en el proceso de transformación de Dios, puede
cambiar. ¡No todo está perdido!.

Satanás, nuestro adversario espiritual y quien mantiene
al mundo cegado a la nueva oportunidad de vida que ofrece Dios
gracias a la obra redentora del Señor Jesucristo, nos
vende la idea de que no podemos cambiar y, cuando lo estamos
logrando y por alguna razón fallamos, nos trae
desánimo. Sin embargo en Jesucristo hay esperanza.
Él dijo: "Yo soy la puerta; si alguno entra por
mí, será salvo; y entrará y saldrá y
hallará pasto. El ladrón solo viene para robar y
matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia"(Juan 10: 9, 10).

El Consejero Cristiano debe conocer elementos esenciales que
componen a todo ser humano. La gran diferencia es que no pretende
ser psicólogo y menos competir con el sicoanalista, sino
brindar aconsejamiento con fundamento en los principios de vida
que se hallan en las Escrituras.

Cuando tenemos una comprensión básica del yo o
del ego, su relación con las circunstancias exteriores y
de qué manera se forma una personalidad, podemos afirmar
que la personalidad se puede mejorar, transformar y
perfeccionar.

La Conducta

Ahora, ¿cómo definimos la
Conducta? Es sencillo. Conducta es la
manifestación de la Personalidad.
Podríamos decir que la conducta es el lenguaje o
medio a través del cual se expresa la
personalidad.

Si tenemos una personalidad que tiene conflictos y
problemas, reflejaremos estas anomalías en nuestros
hechos, es decir, en la conducta. Nadie que
enfrente desórdenes tendrá una
conducta equilibrada.

Hay un hecho que no podemos desconocer. Es el de personas que
en apariencia son absolutamente calmadas y equilibradas, pero
sorpresivamente tienen comportamientos que riñen con la
imagen que nos
habíamos formado. ¿Qué ha ocurrido en tal
situación? Que el individuo ha
estado tratando de disimular y ocultar sus condiciones
personales, antes que disponerse a superarlas. Cuando toma la
determinación apropiada, es decir, volcarlse al cambio de
la mano del Señor Jesucristo, es posible mejorar y
transformar el Carácter, la
Personalidad y la Conducta.

Capítulo 3

Los fundamentos de la
Personalidad

En Latinoamérica hay un refrán popular
que encierra una profunda sabiduría. Dice: "Caras
vemos, corazones no sabemos
". La grandeza de su
significación radica en que dentro de cada uno hay un
mundo que solo Dios y cada quien conoce. Ese cosmos al que
estudiaremos hoy como un nuevo paso en la Consejería
Pastoral es la Personalidad y se afianza en nueve
fundamentos.

Cuando aprendemos a conocerlos se facilita el proceso de
identificación de la problemática que enfrenta una
persona y, con ayuda de Dios, se logran establecer los pasos a
seguir en el proceso de resolución de su conflicto
interior.

¿Recuerda una definición sencilla de la
Personalidad? Sin duda que sí. No obstante
recordémosla: Es la manifestación del individuo
frente a los hechos de la vida.

Allí radica la importancia de que las personas tengan
una aproximación clara respecto a su realidad. No olvide
que aquel no sabe quién es en realidad,
difícilmente podrá experimentar con éxito
los estímulos –tanto positivos como negativos–
provenientes de su medio
ambiente.

Mirándonos al espejo del alma

Parece curioso pero es real: todas las personas nos
encontramos frente a tres facetas"diferentes una de la otra"en
cuanto a lo que realmente somos. Son concepciones distintas de
acuerdo a quien nos mira. ¿Cuáles son?

1.- La perspectiva que tenemos de nosotros mismos.
Generalmente es una visión equivocada porque consideramos
tener más virtudes de las que efectivamente hemos
cultivado.

2.- La perspectiva que los demás tienen de
nosotros.
Generalmente un concepto equivocado porque hay a
quienes les caemos muy bien en el plano personal y también
aquellos a quienes les parecemos "pesados" sin que hayamos
hecho méritos para que tengan tal concepción
nuestra. Puede darse también el caso inverso, en el que
nos han idealizado de tal manera que tienen una extraordinaria
imagen de nuestro comportamiento y, apenas fallamos, descubren la
faceta real.

3.- La perspectiva de lo que realmente somos. Distinta
de lo que nosotros creemos ser y de aquello que los demás
creen que somos.

Ahora la tarea es llegar, con estos tres elementos, a un
punto de
equilibrio que nos permita identificar los errores,
áreas y puntos débiles, aspectos en los que somos
fuertes y de qué manera podemos mejorar.

Es necesario conocernos

Lo que llamamos "Yo" o expresión de la
Personalidad se conjuga en tres elementos. El
apóstol Pablo los describió así al desear
parabienes a los creyentes de Tesalónica: "Y el
mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser,
espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para
la venida del Señor Jesucristo"(1 Tesalonicenses
5:23).

Si observa el texto detenidamente, encontrará que
siglos antes de que los expertos en sicología se
pronunciaran, el apóstol tenía claros tres
componentes de toda persona: espíritu -el
que nos otorga Dios al darnos vida física y a
través del cual nos podemos comunicar con Él–;
el alma -la capacidad pensante de todo ser, es
decir, el elemento esencial que nos lleva a tener conciencia de
que existimos, a razonar y tomar decisiones–, y por
último el cuerpo, que es el revestimiento
material en el que se anidan el espíritu y
el alma.

¿Cómo se construye la Personalidad?

La edificación de la Personalidad
constituye todo un proceso en el que, como si estuviéramos
levantando un muro, cada experiencia positiva o negativa,
representa un ladrillo -único e irrepetible"pero a la vez
de suma importancia para que la estructura quede bien construida
o tenga algunos puntos vulnerables. Levantada la muralla, se
conjugan el "Yo" y la Personalidad.
No olvide que el hombre es una unidad inseparable.

Es probable que diga: "Vamos despacio, Fernando,
Explíqueme un poco más acerca del <Yo> y su
significación en el ser
". De acuerdo. El
"Yo" concentra las facultades de expresión
que se manifiestan como la razón, la imaginación,
las emociones, los sentimientos y la voluntad, entre otros.

Un excelente complemento hacia el hombre que, como lo anota
Pablo en la primera carta a los
Tesalonicenses es "guardado irreprensible hasta la venida
del Señor Jesucristo
", lo constituye un adecuado
cultivo de su personalidad. ¿De qué manera?
Mediante el afianzamiento de dos principios esenciales: el
primero, equilibrio y, el segundo,
organización.

Es probable que usted analice su comportamiento y razone que
obra inequitativamente, sus reacciones no miden consecuencias y
tiene una idea desacertada del medio que le rodea. A ésta
perspectiva suma el hecho de que no sabe a ciencia cierta
quiénes es, para dónde va y qué es lo que
realmente espera de la vida. Si responde afirmativamente a estos
segmentos que hemos identificado, sin duda usted necesita
cultivar su personalidad para responder adecuadamente a las
exigencias del medio ambiente.

La construcción de la Personalidad se cimienta en tres
bases: la primera, los estímulos. Así sean
experiencias agradables o desagradables, si estamos preparados
con una Personalidad estructurada, en la que Dios está
obrando, no nos causarán daño.

La segunda, el aprendizaje.
Cada nuevo incidente que nos ocurre a diario debe llevarnos a
aprender una lección. Y la tercera es la aceptación
de las influencias positivas. Por naturaleza determinamos
qué consideramos favorable y cuáles ocurrencias de
la cotidianidad son desventuradas. Una Personalidad
con fundamento no permitirá que lo negativo tome fuerza ante
que lo positivo que hayamos aprendido. El apóstol Pablo lo
describe de la siguiente manera:"No seas vencido de lo
malo, sino vence con el bien el mal"(Romanos 12:21).

La renovación mental: el secreto

El apóstol Pablo escribió: "No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta"(Romanos 12:2).

Los seres humanos tenemos una serie de paradigmas que
han encasillado nuestro comportamiento sujetándolo a
determinadas reacciones. Incluso nuestros deseos obedecen a los
clichés que el mundo nos enseñó, son los que
traen realización personal, placer y satisfacción,
así estén errados.

Alguien podrá pensar"por ejemplo"que escuchar música y beber toda
la noche hasta caer exhausto es una manifestación de
"haberlo pasado bien" mientras que otro, a quien no dudo
que puedan considerarlo equivocado en sus apreciaciones, puede
pensar que "una noche a todo dar" podría ser leer
las Escrituras, meditar en ellas y orar.

Cuando iniciamos el cultivo de nuestra
Personalidad es necesario someternos a una
Reprogramación mental. Los cristianos la
miramos desde la perspectiva de someternos al obrar de Dios
cuando comprendemos que le pertenecemos a Aquél que
murió en la cruz por nuestros pecados y nos dio una nueva
vida. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas"(2 Corintios 5:17).

Hay quienes esbozan el método de
impulsar la Reprogramación de nuestro ser a fuerza de la
sugestión y la repetición de principios para que
tomen forma en nosotros. La idea no es mala, pero tiene el
fundamento necesario cuando esa transformación parte de
nuestra entrega a Dios para que Él obre en nosotros
conforme a Su voluntad.

Recuerdos: no en el pasado ni en el futuro, en el
presente

Hay algo bien interesante cuando estamos hablando de la
Reprogramación. Son los recuerdos.

Cuando usted y yo evocamos un buen o mal momento, nuestro ser
no identifica que acaeció en el pasado ni determina la
fecha, hora y lugar en que tuvo ocurrencia la escena. Trae al
presente la imagen y revive la sensación grata, de dolor o
de molestia que pudo producir aquel incidente.

Podemos anotar entonces que el "Yo" no vive ni
en el pasado ni en el futuro sino en el presente. Y algo que pudo
haber acontecido hace cinco años, al rememorarlo, puede
avivar viejas heridas. Las experiencias negativas que evocamos
pueden tornarse traumáticas. Sus estados emocionales y
orgánicos se manifiestan como si estuviera atravesando
nuevamente por la misma situación. De ahí la
necesidad de que alguien que acude a Consejería Pastoral
tome conciencia sobre la importancia de someterse a la
Sanidad Interior que proviene de nuestro amado Dios
y Padre.

Concluyamos para adentrarnos en los fundamentos: El
"Yo" se expresa a través de la
Personalidad. No son diferentes. La Personalidad a
su vez se forma con los conocimientos del "Yo".

¿Qué son los fundamentos?

La pregunta que nos asalta ahora es, ¿qué son
los fundamentos de la Personalidad? Son los
medios por los
cuales recibimos estímulos internos y externos que
contribuyen a la formación de la
Personalidad. Representan los "materiales":
componentes, planos, estructuras y
pilares de la Personalidad.

1.- La Herencia

Todos los seres humanos traemos una carta de información producto de las
características físicas, orgánicas y
glandulares que nos transmitieron nuestros padres. Las
características dan forma a la parte física y
biológica de la Personalidad.

Los padres o quienes tuvieron a su cargo nuestra
formación primaria influyen en nuestra vida con aspectos
positivos y negativos. Los primeros nos estimulan a la
imitación a futuro, los segundos se convierten en la
mayoría de los casos en experiencias traumáticas
que deben ser sanadas.

Ahora, es necesario aclarar aquí que la
Personalidad no se transmite por herencia de una
manera marcada sino ciertos rasgos básicos que pueden ser
modificados por el ambiente que nos rodea. Lo que hacen los
progenitores es servir de modelo
básico en la formación incipiente de la
Personalidad del niño.

2.- El Temperamento

Lo podemos definir como el conjunto de particularidades
fisiológicas, morfológicas y glandulares que
diferencian a los individuos entre sí, determinando
características particulares de reacción frente a
los estímulos. Todo se relaciona con sus estados internos.
Podemos decir que en el Temperamento es hereditario
en alto grado. A él se asocian las tendencias impulsivas,
afectivas y emotivas.

¿Es inmodificable? En absoluto. El
Temperamento es susceptible de ser encausado. No
podemos permitir"en nuestra condición de cristianos"que
obre con los parámetros de siempre.

3.- Las Emociones

Las Emociones son hijas legítimas del
Temperamento. Constituyen su forma de
expresión. Aquél que educa sus
Emociones incide directamente en su
Temperamento y a la inversa. Las emociones se
expresan en ciclos. Se les denomina "ciclos emocionales"
que es menester aprender a conocer y a manejar.

Las Emociones se pueden conducir. Son
susceptibles de "forjar estados de ánimo positivos"
cando llega la depresión
o el desánimo, tal como lo leemos en el texto del
apóstol Pablo: "Por nada estéis afanosos,
sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de
Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo
Jesús"(Filipenses 4:6, 7).

Cuando nos sometemos al Señor se producen los cambios
que por años anhelamos y que eran imposibles dependiendo
de nuestras propias fuerzas.

4.- Los Instintos

Una definición sencilla de los Instintos
podríamos orientarla al decir que se trata de la
impulsión natural que domina el comportamiento de un ser
humano. Constituyen una fuerza poderosa que amerita su
satisfacción de una manera imperiosa, por ejemplo el
hambre, reaccionar frente al peligro de muerte y descansar, entre
oteros. Son eminentemente algo biológico que influyen en
el Temperamento y a su turno, el
Temperamento en los Instintos.

5.- Los Factores Externos

¿Cuáles son los Factores Externos que influyen
en la Personalidad? Hay por lo menos tres. El
primero es el medio ambiente vital, que es
la concatenación de experiencias que ocurren en el
individuo desde la niñez y que le afectan positiva o
negativamente en su desarrollo físico, mental y emocional.
Estos incidentes repercuten en su personalidad. Entre ellos
podemos mencionar las manifestaciones de afecto, amor,
comprensión y tolerancia de
padres y allegados.

El segundo es el medio ambiente social en el que
toman parte la sociedad en la
que nos desenvolvemos y la cultura
prevaleciente. Es la realidad con la cual se enfrenta el ser
humano apenas tiene uso de razón; por tal motivo es
necesario que se adapte a las circunstancias que le rodean. Es
imperativo, entonces, que preparemos al niño para asumir
las vivencias que pueden ser positivas o negativas
afrontándolas con equilibrio.

El tercer y último factor sobresaliente es el
medio ambiente ético en donde priman
aspectos morales, la influencia que ejerce la religión y la
formación educativa. Es una fase de suma importancia
porque se afianzan los valores
del ser humano.

6.- El Intelecto

Al Intelecto lo definimos como la capacidad de
pensar, entender, comprender y aprender, Unos seres pueden
desarrollar más habilidades que otros, pero eso no
significan que tengan mayor desarrollo de inteligencia
que sus congéneres.

El Intelecto o Inteligencia influye y modifica
la Personalidad. Aprender a pensar equivale a
aprender a vivir bien.

7.- La Salud Integral

Ante todo en este estudio es necesario tener en cuenta que la
Salud Integral debe ser física, mental y
emocional. Cuando se produce un trastorno de la
Personalidad, hay serias fallas en la salud. Es una
enfermedad del alma o de la mente que debe ser atendida ya que
pueden manifestarse como afecciones orgánicas.

8.- Las Experiencias

Se constituyen en la colección de vivencias que el
individuo experimenta durante su existencia, bien sean positivas
o negativas y quedan grabadas en nuestra mente. Aunque no seamos
concientes, afectan nuestros actos. Al revisar el pasado
recordamos las imágenes y
qué tipo de experiencias evocan, y a partir de allí
es probable corregir la influencia que ejercieron en
nosotros.

8.- El Carácter

El Carácter integra todos los fundamentos
de la Personalidad y vendría a ser como el
tronco de un árbol cuyas raíces son las bases que
mencionamos anteriormente. El Carácter al
igual que la Personalidad es susceptible de ser
modificado con la ayuda de Dios.

Conocer nuestro mundo interior y lo que representa la
Personalidad para nuestro ser, es esencial para quien ejerce la
Consejería Pastoral. Primero, porque puede abrirse al
mover de Dios con el propósito de que aplique los cambios
que requiere, y segundo, porque podrá comprender
fácilmente qué ocurre con aquellos que van en su
búsqueda en procura de orientación.

Capítulo 4

Los sentimientos: su
influencia en nuestro ser

Conocer la vida interior es trascendental en el proceso de
identificar nuestros errores, aplicar correctivos y emprender la
renovación personal. Solo cuando logramos conocernos y se
ha producido una sanidad en nuestro mundo individual podemos dar
pasos sólidos hacia la CONSEJERIA PASTORAL. No se
puede concebir un pastor, obrero o líder que pretende
aconsejar cuando su existencia es un caos. Una vez haya orden en
su ser podrá orientar a otras personas.

En cierta ocasión el Señor Jesús se
encontraba reunido con sus discípulos y multitud de
personas que lo escuchaban. "Y les decía una
parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro
ciego?¿No caerán ambos en el hoyo?. El
discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que
fuere perfeccionado, será como su maestro"(Lucas 6:39,
40).
La Palabra es clara: debemos ser sanos para
sanar.

Hasta el momento hemos despejado interrogantes en torno a la
Personalidad y sus fundamentos. Hoy nos adentraremos en los
sentimientos y la poderosa influencia que ejercen en
nosotros.

En la presentación del libro "The power of pleasant
feelings
" (El poder de las sensaciones agradables),
escribió Aloysius G. Rego: "Los sentimientos no nos
deben gobernar, nosotros somos quienes debemos gobernar nuestros
sentimientos; los sentimientos negativos deben ser vigilados,
frenados y controlados; los sentimientos positivos deben ser
alimentados, fomentados y desarrollados"para la
construcción de una personalidad bien formada
".

Esta faceta del género
humano reviste particular importancia porque los sentimientos
vienen a ser controladores en nuestras relaciones
interpersonales, como quiera que en la mayoría de los
casos debemos interactuar con otras personas.

Definamos conceptos

Para entender qué son los sentimientos,
es esencial que primero hagamos diferencia entre
Sentimientos y Emociones. Con frecuencia
muchas personas confunden los términos e incurren en un
error.

Los Sentimientos toman forma en el mundo
interior de cada individuo y son subjetivos. De manera aislada,
los sentimientos no afectan decididamente lo que hacemos; en
cambio, la sumatoria de sentimientos sí está
asociada con las emociones. Éstas son las
que determinan si nuestras acciones serán agradables o
desagradables.

Sobre esta base, los sentimientos agradables producen
entusiasmo, ánimo, placer, felicidad, alegría y
deleite, entre otras manifestaciones. Los sentimientos
desagradables -a su turno"desencadenan descontento, pesar,
tristeza, aflicción, desaliento y sentido de
inferioridad.

Probablemente usted diga: "El asunto es complicado,
¿podrías explicarte un poco más?
". De
acuerdo. El propósito del MANUAL DE CONSEJERIA
PASTORAL
es que haya claridad en los conceptos. De esta
manera su proceso de acompañamiento a alguien que va en
búsqueda de un consejo, será más eficaz.

Aquí es esencial que comprendamos algo: tanto los
Sentimientos como las Emociones son
de carácter afectivo por naturaleza.

Cuando se concatenan varios sentimientos positivos
tendríamos un sentimiento general de bienestar o, por el
contrario, de depresión en caso de que se trate de
sentimientos negativos.

DIFERENCIAS ENTRE SENTIMIENTOS Y
EMOCIONES

Sentimientos

Emociones

Enriquecen nuestra vida y le dan
significado.

Son necesarias como elemento que nos estimula a
hacer las cosas.

Transforman nuestra cotidianidad en algo vibrante
y con razón de ser. Pueden fluctuar.

Revisten mayor intensidad.

Son transitorios

Son de naturaleza más prolongada y de esta
manera aseguran firmeza en lo que hacemos.

Pueden ser positivos o negativos; agradables o
desagradables.

Las emociones varían en su
especie.

A través de los sentimientos determinamos
si algo es placentero o desagradable para
nosotros.

Las emociones nos conducen hacia acciones que,
previamente, consideramos serán
apropiadas.

Toman forma en el mundo interior.

Determinan nuestras acciones.

Diferencias entre sentimientos y
sensaciones

Ahora que dimos unos esbozos encaminados a que hagamos
una adecuada diferencia entre Sentimientos y
Emociones, vamos a identificar qué marca la
contraste entre Sentimientos y
Sensaciones.

DIFERENCIAS ENTRE SENTIMIENTOS Y
SENSACIONES

Sentimientos

Sensaciones

No tiene ningún órgano
terminal.

Puede referirse a órganos terminales
específicos.

Es subjetivo.

Se producen en estado consciente. El individuo
queda afectado de una u otra manera.

El placer o el disgusto pueden ser producidos por
estímulos en cualquier órgano.

Son específicas.

No es posible localizarla.

Puede ser localizada en un ser humano.

Puede ser una reacción a imágenes,
recuerdos o procesos
más elevados de pensamiento.

Es objetiva.

Dependiendo de si son agradables o desagradables,
pueden acelerar o disminuir el ritmo del corazón e
influyen incluso en nuestro sistema
digestivo.

Se manifiestan en nuestras expresiones.

¿De dónde provienen los
sentimientos?

Los seres humanos nos movemos por sentimientos. En
muchos casos no tomamos conciencia de su existencia a menos que
sean fuertes, profundos o airados, entre otras
características. Cuando estamos conscientes de que
están allí, los sentimientos son registrados en
billones de células
que forman parte de nuestro sistema
nervioso.

Lo curioso del asunto es que en muchas ocasiones, apenas
nos consideramos estimulados por un sentimiento, lo expresamos de
un modo o de otro. El asunto complicado es que muchas veces los
manifestamos con alguien que no es el responsable de que se
produzcan en nosotros.

Manifestamos contrariedad contra la persona equivocada,
en el momento equivocado y en el lugar equivocado.

Una pregunta apenas natural: ¿Qué hacer
con los sentimientos desagradables? La recomendación es
dejar que haga su tránsito natural por nuestra vida.
¿Un ejemplo? Alguien pierde a uno de sus progenitores.
¿Acaso no es previsible que experimentará dolor?
Por supuesto que sí. Reprimirlo no conduce a nada. El luto
o tristeza y hasta depresión durará un tiempo, pero
pasará. Cuando supera esa situación recobra
energías para seguir adelante.

No podemos desconocer que el sistema de
comunicación más desarrollado en un
ser humano son los sentimientos. Revelan quiénes somos en
realidad.

Controlando los pensamientos

Una forma práctica de controlar nuestros
sentimientos es poniendo freno a los pensamientos perjudiciales.
Sobre esta base, avanzamos hacia un equilibrio personal cuando
ejercemos control sobre los
pensamientos.

Imagine por un instante alguien que debe presentarse a
una entrevista
previa a la concesión de un empleo. Sobre
su mente vienen múltiples pensamientos: "En aquella
reunión se presentarán hombres y mujeres más
capacitados que tú", "Tu serás derrotado
",
"No estás en capacidad de asumir un reto de ese
género
", "Quien hace la entrevista
con solo verte, sabrá que debe descalificarte
". Este
conjunto de ideas preconcebidas inevitablemente conducirán
a un sentimiento de temor y sobra decir que las consecuencias
serán impredecibles.

En este caso, ¿qué hizo el sentimiento de
temor? Revelar su estado ánimo, además, si lo
permitimos, puede tomar control de lo que haga al reflejarse en
una emoción.

El apóstol Pablo lo expresó de la
siguiente manera en su carta a los cristianos de Filipos:
"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero,
todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre; su hay virtud alguna, si algo
digno de alabanza, en esto pensad"(Filipenses
4:8).

En el libro de Proverbios leemos que "Los
pensamientos de los justos son rectitud…"
, y
también: "Muchos pensamientos hay en el
corazón del hombre; mas el consejo de Jehová
permanecerá"(19:21).

Cuando avanzamos en el proceso de formación hacia
la Consejería Pastoral es necesario que analicemos
cuidadosamente de qué manera, quien viene a pedir
orientación, tiene serios problemas son sus sentimientos,
sensaciones, emociones y pensamientos que llevarán a
tornar más eficaz el proceso de
acompañamiento.

Capítulo 5

Los
sentimientos y su relación con los sentidos, los
estímulos y las actitudes

Con frecuencia llegan a consultar al Consejero Pastoral
quienes experimentan una lucha constante con sus sentimientos.
"No puedo controlarlos" me dijo en cierta ocasión
una mujer que no encontraba coherencia entre aquello que
quería hacer y la forma como finalmente obraba.

Guardando las proporciones, el apóstol Pablo
refiere al asunto cuando escribe: "No entiendo lo que me
pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Ahora
bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es
buena; pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino
el pecado que habita en mi. Yo sé que en mí, es
decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque
deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago
el bien que quiero, sino el mal que no quiero"(Romanos 7:16-19.
Nueva Versión Internacional).

¿Acaso es imposible vencer? ¿Quien viene a
nosotros debe irse desalentado porque no hay nada qué
hacer?¿Acaso sus sentimientos lo llevan a enfrentar cada
vez más dificultades para interactuar con los
demás?. En absoluto. Lo que se requiere es emplear los
sentimientos de manera constructiva.

En el libro "Cultive sus sentimientos" de J.
Maurus, a quien cité en el capítulo anterior,
menciona algunas actitudes que le llevarán a ser mucho
más eficaz en la meta de transformar los
sentimientos:

1.- Acepte sus sentimientos, que son
una parte suya natural. Experimente con ellos (hacia el
cambio).

2.- Trate de sacar alegría constante de
su trabajo.

3.- Tome conciencia de la función de
sus sentimientos. Ellos -como un fusible"le señalan cuando
se está rompiendo una relación, que algo debe ser
ajustado o quizá llegar a una concertación en
algún aspecto.

4.- Libere sus fuerzas
creativas.

5.- Alégrese de que sus sentimientos
ponen en acción lo mejor que hay en su ser y puede
determinar cómo actuar en cada circunstancia: con
delicadeza o valentía.

6.- Los sentimientos dinamizan sus acciones
pero guarde prudencia antes de dejarse mover por ellos, como si
se tratara de jueces que señalan sus acciones para
cuestionarlas o aprobarlas.

7.- Permanezca sereno. No reaccione
inmediatamente movido por sus sentimientos.

8.- Sea cuidadoso para no confundir sus
sentimientos con el amor.

9.- sea paciente en aquellos momentos en los
que se siente desanimado. Siga sonriendo aunque prefiera estar
serio.

"Cultive sus sentimientos", J. Maurus. Pag. 25.
Editorial San Pablo, 1993. Santafé de Bogotá,
Colombia.

Educar los sentidos y la
percepción

Usted como Consejero Pastoral y, aquellos a quienes
atienda, son personas en proceso de cambio con ayuda del
Señor Jesús. En ese orden de ideas, debe educar
positivamente sus sentidos y someterlos a la razón. No
podemos obrar movidos únicamente por el instinto o
quizá por las emociones.

Hay que tener en cuenta que los incidentes que
impresionan nuestros sentidos inician un impulso en los
terminales sensoriales de los nervios, llegan al cerebro e
inmediatamente nos lleva a tomar conciencia de lo que está
ocurriendo y de su alcances en nosotros. Se producen entonces
tres elementos: percibir, interpretar y dar sentido a las
sensaciones.

Es fundamental, entonces, que seamos muy cuidadoso con
nuestra forma de percibir todo lo que ocurre
alrededor. Un ejemplo práctico es cuando alguien nos
saluda. De acuerdo a nuestro estado de ánimo (emocional)
podemos percibir que lo hicieron afectuosamente,
con desdén o quizá, fríamente.

¿Cuántas veces hemos reaccionado
negativamente porque, aunque nuestro interlocutor no se lo
proponía, percibimos sus pensamientos y palabras como algo
ofensivo? Sin duda, muchas veces. Deducimos entonces que tal vez
la percepción del asunto fue
errada…

Ahora bien, conforme transcurre el tiempo, la
percepción se perfecciona y nos lleva a ser más
reflexivos y mesurados al reaccionar.

Al comenzar el libro de los Proverbios, el rey
Salomón escribió que tenían un
propósito específico: "… para adquirir
sabiduría y disciplina;
para discernir palabras de inteligencia; para recibir la
corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la
equidad; para
infundir sagacidad en los inexpertos, conocimientos y
discreción en los jóvenes. Escuche esto el sabio, y
aumente su saber; reciba dirección el entendido…"(Proverbios
1:1-6. NVI).

Reacción frente a los
estímulos

Los sentimientos agradables y desagradables están
íntimamente relacionados con nuestras sensaciones y
éstas a su vez a lo que producen los sentidos del ser
humano así como la forma como operan en cada uno el
intelecto y la voluntad. Nuestro sentido central procesa las
sensaciones que recibimos y de acuerdo con la percepción
que tengamos, determinaremos si es agradable o
desagradable.

Cuando logramos el equilibrio para reaccionar frente a
los estímulos, así alguien se proponga hacernos la
vida imposible, es posible que conservemos la calma tras
comprender que las provocaciones externas no deben movernos a
nada.

Un dicho común en Latinoamérica
señala que "todo entra por los ojos" y, sin duda,
tiene fundamento. El sentido más importante es el de la
visión. Es el que nos permite tener contacto directo con
el mundo que nos rodea.

El Señor Jesús dijo: "El ojo es la
lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es
clara,. Todo tu ser disfrutará la luz. Pero si tu
visión está nublada, todo tu ser estará en
oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad,
¡qué densa será esa oscuridad!"(Mateo 6:22,
23. NVI).

Es imperativo pedirle a Dios que nos ayude a reaccionar
positivamente frente a lo que es sano. En muchas ocasiones
sólo obramos por lo que vemos de inmediato y dejamos de
lado lo que pudo ocurrir antes o lo que ocurrirá
después.

Viene a mi mente un incidente grave que ocurrió
en una familia
cristiana:

En casa habían alojado a un líder
jóvenes de la iglesia. Él asumió la tarea de
acompañar con consejería a uno de los hijos de la
pareja que generosamente le recibió.

En cierta ocasión mientras oraban, el
líder y el joven estaban tomados de la mano y justo en ese
instante entró el padre. ¡Imagínese la
tormenta que se desencadenó!

El hombre juzgó únicamente por aquello que
vio en ese instante… Difícilmente aceptó que no
tenía suficientes elementos de juicio para indicar que el
líder juvenil era homosexual.

El sentido del tacto es otro elemento de suma
importancia que despierta sentimientos agradables o
desagradables. Nos permite expresar afecto o también
desagrado.

A este sentido sumamos otro: el oído.
Gracias a él podemos desarrollar el arte de escuchar,
el cual enfocado con la sabiduría que nos otorga Dios,
traerá sensaciones agradables o desagradables.

La actitud del
ser humano

En todo proceso de Consejería Pastoral juega un
papel determinante el hecho de que identifiquemos las actitudes
de la persona a quien estamos brindando orientación.
Actitud es la inclinación de un individuo hacia algo y la
consecuente reacción. Las actitudes son estimuladas
internamente y también, externamente. Es la tendencia o
resolución de una persona a obrar de determinada manera
bajo un conjunto de circunstancias.

Algo sorprendente es que las actitudes ejercen
influencia en nuestro cuerpo y nuestra mente, y hasta tanto lo
comprendamos, incurriremos en fluctuaciones
emocionales.

¿En dónde se aprende a asumir una actitud
frente a algo? Las actitudes se asimilan de acuerdo a lo que
veamos en casa, entre los miembros de la familia, lo que
observamos en la sociedad e incluso, a través de la
información que recibimos cada día.

La forma o actitud con la que asumamos todo cuanto nos
ocurre, determinará las reacciones.

Un electrodoméstico en casa se descompuso.
Llamamos a un técnico para que lo reparara. Era cristiano
evangélico, como nosotros. Aunque el daño en
apariencia era fácil de resolver, resultó
complicado.

El hombre recibió el asunto con
tranquilidad."No voy a dejar que me venza ni el
desánimo ni la molestia
", explicó. A mi esposa
y a mi nos sorprendió porque un año antes, cuando
contratamos a alguien que no era creyente en Jesús para
que hiciera una reparación similar, comenzó a
lanzar palabras soeces cuando las cosas no salían como
él quería.

¡Qué gran diferencia entre uno y otro! Todo
se debía, sin duda, a la actitud.

Si las actitudes positivas gobiernan nuestro ser,
actitudes positivas que proceden de una fe indeclinable de que
Dios nos ayudará en cualquier situación
difícil, seguramente no perderemos la tranquilidad con
rapidez. Por el contrario, si nuestra actitud es negativa,
interpretaremos todo cuanto nos ocurre como una
provocación y las reacciones, como es natural,
serán negativas…

Capítulo 6

Escuchar: clave
de la Consejería Pastoral

Hace algún tiempo leí una nota del
periódico en la que se informaba sobre un
servicio muy especial que ofrecía una agencia en España.
Consistía en Consultorios a los cuales acudían las
personas para -simplemente"ser escuchadas.

A decir verdad tenían tantas emociones represadas
en su interior, que el mayor anhelo era encontrar a alguien
dispuesto a oírles. Se liberaban de sus frustraciones,
temores, estados de desesperanza, angustia y sinnúmero de
sentimientos que los ahogaban por momentos.

Lo sorprendente es la enorme demanda del
servicio. El periodista relataba que decebnas de personas
apartaban cita con antelación.

¿Ha experimentado la sensación de
tranquilidad que le embarga cuando logra descargase de una pesada
carga que considera insufrible? Sin duda que sí. Lo
sorprendente es que bastó que alguien estuviera dispuesto
a atenderle y, por supuesto, a interesarse con sinceridad en sus
problemas.

El Consejero y su papel cuando escucha

La Consejería Pastoral reviste singular
importancia para la Iglesia. Los estudios revelan la existencia
de gran número denominaciones en las que llegan almas con
regularidad a los pies de Cristo pero, en breve, abandonan el
lugar. ¿La razón? Adolecen de quien se interese de
corazón por los nuevos convertidos. Pero hay algo
más: quienes llegan a las iglesias generalmente enfrentan
problemas y andan en búsqueda de respuestas a sus
interrogantes y, ¡no hay quien los escuche y
atienda!.

El Consejero debe preocuparse por las personas. Dios
mismo lo manifestó así cuando se refiere al cuidado
que tiene por su pueblo: "Como pastor pastorea a su
rebaño; recoge en brazos a los corderitos, en el seno los
lleva, y trata con cuidado a las paridas"(Isaías 40:11
Biblia de Jerusalén)
, y también:
"Buscaré la oveja perdida, tornará a la
descarriada, curará a la herida, confortará a la
enferma…"(Ezequiel 34:16 Biblia de
Jerusalén)
.

Un ministerio en la iglesia no será eficaz en la
medida en que el bienestar de las almas no representen
preocupación en nuestro corazón; si las miramos con
indiferencia, iremos en contravía de una actitud que
identificaba al Señor Jesucristo.

En cierta ocasión "… al desembarcar, vio
a mucha gente, sintió compasión de ellos, pues
estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a
enseñarles muchas cosas"(Marcos 6:34 Biblia de
Jerusalén).

Una primera tarea, entonces, es sentir compasión
por todas las personas que no tienen a Cristo como su
único y suficiente Salvador. De lo contrario, debemos
pedir a Dios en oración por millares hombres y mujeres que
parten a la eternidad sin Jesús el Señor en sus
corazones. La segunda tarea, desarrollar un principio fundamental
en nuestra condición de consejeros, y es aprender a
escuchar.

Dominar la tendencia de hablar

Una tendencia común entre quienes ocupamos cierto
grado de responsabilidad o liderazgo en la iglesia, es que
hablamos más de lo que escuchamos.

Es cierto que en los evangelios hallamos diversas
escenas en las que el Señor Jesús es quien asume
una actitud proactiva al intervenir, pero hay que tomar nota del
buen número de diálogos que sostenía con las
personas, a quienes escuchaba con detenimiento.

Quiero aludir a dos ejemplos específicos. El
primero, el encuentro que sostiene con una mujer, la samaritana.
La historia la
ubicamos en el Evangelio de Juan, capítulo 4,
versículos del 1 al 26. La segunda, la breve aunque
profunda conversación que sostuvo con una mujer
adúltera. También se encuentra en el relato de
Juan. Quienes deseaban apedrearla, tras la intervención
del Maestro, se alejaron. "… y se quedó
Jesús con la mujer, que
seguía en medio. Incorporándose Jesús le
dijo: Mujer, ¿dónde están?¿Nadie te
ha condenado? Ella respondió: Nadie, Señor.
Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante
no peques más"(Juan 8:9-11. Biblia de
Jerusalén).

Usted y yo tenemos que asumir este principio: permanecer
en atenta escucha.

Cuando nos encontramos frente a alguien que viene en
procura de orientación con fundamento en principios
bíblicos, además de amabilidad debemos expresar el
deseo que tenemos de oírle. Hay que darle plena libertad
para que se exprese, sin poner límites,
los cuales podrían estar representados en mirar
constantemente el reloj o quizá, preguntar por el
intercomunicador a la secretaria si hay llegado alguien a
buscarnos.-

Aunque parezca gracioso, son estrategias que
utilizan algunas personas que se desenvuelven en el campo de la
Consejería para hacer entender con actitudes y gestos, que
el tiempo del interlocutor ha terminado o, al menos, que
está llegando a su límite.

Como ya hemos visto una serie de elementos relacionados
con el ser humano y su mundo interior, lo esencial es que usted
asuma la disposición de oír a quien tiene enfrente
con el propósito de reunir los elementos de juicio que le
ayuden en el proceso de diagnóstico.

Mientras hable la persona que solicitó
aconsejamiento, mírela con detenimiento y vaya tomando
apuntes. Haga el mayor número posible de anotaciones: me
refiero a los hechos y detalles que, aunque luzcan
intrascendentes a primera vista, pueden resultar de significativa
importancia.

Dos métodos de
diagnóstico

Cuando estamos tomando anotaciones, es probable que nos
hayamos inclinado por uno de los dos grandes métodos de
aconsejamiento.

Indistintamente de cuál hayamos elegido, allegar
el mayor número de información sobre el entorno y
los incidentes que rodean a quien pidió
orientación, es esencial.

Veamos de cuáles métodos
hablamos:

1.- Método Directivo o de
Direccionamiento.

2.- Método no Directivo.

¿En qué consisten? Vamos a describirlos
brevemente. El Método Directivo es aquella técnica
en la cual el Consejero asume un papel similar al del
médico, es decir, toma la información del paciente
que obtiene mediante la formulación de preguntas, hace el
diagnóstico con fundamento en su evaluación
y prescribe el remedio. Es una de las más utilizadas en la
Consejería.

El segundo método es el no Directivo. Éste
toma elementos del sicoanálisis cuyo mayor exponente fue
el médico austriaco Sigmund Freud.
Quien hace las veces de Consejero escucha al paciente, analiza
cada detalle, aplica principios orientados a comprender la
situación por la que atraviesa el aconsejado, y le ayuda a
identificar cuál es la solución más
apropiada de acuerdo con su caso.

¿Cuántas sesiones deben
emplearse?

Usted deberá emplear cuantas sesiones considere
oportunas. Puede que con la primera entrevista"la cual
generalmente dura entre cuarenta y cinco minutos o una hora–,
considere que tiene todos los elementos necesarios para
orientarle. Sin embargo no olvide que en la Consejería
Cristiana"a diferencia de la sicología"median la
oración, la sanidad interior y la orientación con
base en los principios trazados por la Biblia. Por tanto, no debe
apresurarse.

Usted debe estudiar la integralidad del individuo y no
permitir que lo muevan las apariencias.
Es importante que tome tiempo para orar por el asunto y tener
claridad respecto al direccionamiento que
brindará.

Deberá revisar los apuntes. Lo hará con
sumo cuidado. No tenga afán al hacerlo. De su habilidad en
este aspecto depende la eficacia de su trabajo como ministro
cristiano en el área de la Consejería.

Su tarea, al término de este capítulo, es
desarrollar con ayuda de Dios el principio de escuchar.
Póngalo en práctica con sus compañeros de
trabajo, con su familia y, en general, con quienes le rodean.
Tómese el trabajo de
oír antes de hablar. ¡Se sorprenderá de los
resultados!.

Capítulo 7

La necesidad de
estar bien

Con la diferencia de los términos utilizados, la
persona que tenía frente a mi revolviéndose las
manos con desesperación, estaba repitiendo las palabras
del apóstol Pablo: "Porque yo se que en mí,
es decir, en mi naturaleza débil, no reside el bien; pues
aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo.
No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero
hacer"(Romanos 7:18, 19. Versión
Popular).

Alguien que va junto con su familia a la iglesia en
mitad de semana y el día domingo. Un buen empleado en el
taller de mecánica para el que labora. Un
compañero excepcional, en criterio de quienes comparten el
sitio de trabajo. Un vecino con virtudes, distinto de los
demás, presto a colaborar.

Sin embargo con raptos de ira, reacciones que dejan
sorprendidos a familiares y amigos: unas veces de temor, otras de
agresividad y otras más de indiferencia, aún cuando
el mundo se esté cayendo a pedazos a su lado.

He pensado en el suicidio; creo
que es la única salida. No ha forma de encuentre paz en mi
existencia
."me dijo después que analizamos la
situación con detenimiento.

Volvimos a las páginas de la Biblia. Al fin y al
cabo él no había acudido a nadie distinto que a un
pastor, amigo y, para el caso específico que nos ocupaba,
un Consejero Cristiano como lo es usted o quizá
está en camino de serlo.

El Señor Jesucristo dijo hace ya muchos siglos y,
nos dice hoy día: "… yo he venido para que tengan
vida, y para que la tengan en abundancia"(Juan 10:10.
Versión Popular).

Dios nos ama. Quiere lo mejor para nosotros. Y sin duda
hay algo que quiere satisfacer en cada uno: la
sensación permanente y real de bienestar
. Es lo que
todas las personas, si usted realizara una encuesta
respecto a qué desean, le responderían sin dudarlo.
¿A quién no le gustaría vivir a gusto,
sintiéndose bien? Dudo que a alguien o, tal vez, a muy
pocas personas.

Necesidades básicas

Cuando alguien busca su ayuda como Consejero Cristiano,
es el primer aspecto que debe considerar: aquélla persona,
en lo más íntimo de su corazón, desea
estar bien. ¿Por qué solicitan ayuda? Porque
sienten amenzado el propósito de estar y sentirse
bien
.

Todo ser humano tiene necesidades sociales,
físicas y sicológicas que deben satisfacerse para
que gocen de una buena salud mental.
¿Cuáles son algunas de ellas? La aprobación
por parte de quienes le rodean; sentirse seguro y con manejo del
entorno en el que se desenvuelve; la satisfacción de
conquistar nuevas metas y de realizarse en aquello que
desean.

No hay absolutamente que rechace la aceptación de
alguien o de un grupo, en el
que se valore apropiadamente su individualidad, se le respete y
se le conciba como alguien digno.

Ahora, entre las necesidades físicas hallamos la
de alimentarse, el bienestar en cuanto a salud y cubrir sus
necesidades sexuales (aunque pareciera que hay quienes consideran
que éste no constituye un aspecto que pueda ser
considerado como "necesidad" natural en todo individuo). Y
en último renglón están las necesidades
sicológicas entre las que identificamos el anhelo de
felicidad, de ser libre para actuar y de liberar sus capacidades
para alcanzar aquellas metas que guardan en su
corazón.

Cuando no logran atenderse los anteriores aspectos y
muchos otros que no enumeré porque haría
interminable la lista, se presentan en la persona estados de
tendencia o desequilibrio. Es lo que suele llamarse "un
problema sicológico
", y desde la perspectiva cristiana
sería una situación de "desorden" que debe
atenderse en la integralidad de su ser involucrando a Dios, quien
nos creó y por tanto, puede obrar la reparación
donde quiera que se hayan registrado dificultades, bien en la
parte consciente o inconsciente.

Un mundo único con sus
particularidades

Todo ser humano es alguien único, con una
cosmovisión muy particular del mundo que le rodea y, por
tanto, con una forma singular de asumir las cosas. Hay quienes no
se afectan, por ejemplo, si llueve y se desatan relámpagos
y truenos. Otros por el contrario se sienten aterrorizados. El
ejemplo nos señala la individualidad de cada uno y la
forma como asume las cosas.

¿Por qué actúan o reaccionan de
determinada forma los individuo tan distintos de otros? Por tres
razones en particular: La primera, por conductas inconscientes;
la segunda, por los complejos que subyacen dentro de si, muchos
de los cuales toman forma por experiencias pasadas, y la tercera,
por las expectativas que tienen en cuanto al futuro.

¿Por qué mencionar estas particularidades?
Porque cuando usted tenga enfrente a alguien que busca
orientación, esos son los primeros elementos que debe
considerar:

1.- La individualidad de cada cual, con sus
componentes físicos y sicológicos.

2.- Sus condiciones particulares de ver y asumir
la vida.

3.- El hecho de que cada uno es un
mundo.

Lo que experimenta en el ámbito sicológico
una persona, le afecta en la dimensión física y se
puede reflejar en dolores de cabeza, temores en apariencia
injustificados que le generan sudoración o dolor
estomacal, úlceras, asma, fatiga o
probablemente alergias.

Su misión:
aconsejar acertadamente

¿Comprende la enorme responsabilidad que le
asiste? Ante sus ojos esta alguien muy particular. Debe tomar
nota de todos los aspectos que aborda durante la
conversación, identificar detalles, tener claro que
indistintamente de los errores que haya cometido, está
buscando ayuda.

En cumplimiento de su misión, en su
condición de Consejero se orientará a disminuir el
impacto de las emociones destructivas en el individuo que pide
orientación.

¿Cuáles? Enojo, angustia, ideas
preconcebidas de que quitarse la vida es la única
solución. Solo de esta manera podrá pensar con
lucidez y encontrará -con la ayuda y poder de Dios"el
camino a la solución del problema que enfrenta.

Usted llevará al aconsejado a valorarse como
persona, quitándole toda concepción de que "no
vale la pena
" y, paso a paso conforme va ayudando a despejar
el estado de
ánimo que le asiste, le ayudará a identificar
cuál es el verdadero problema.

Supongamos que alguien consulta porque tiene problemas
en el hogar. Su inquietud es que, desde que está la suegra
en casa, tiene problemas constantes con la esposa. En su
criterio, es la esposa con quien tiene dificultades y por tanto
ella es la "culpable".

El asunto, como podrá notarlo con calma, no
está en la cónyuge de aquél individuo sino
en la importancia de resolver el verdadero problema:
¿qué hacer con la suegra que interfiere en la
relación de pareja?

En quien consulta usted ayudará a que identifique
cuando es el culpable, asuma la responsabilidad y se comprometa
en la búsqueda de alternativas o salidas a la
situación que enfrenta.

Partes: 1, 2, 3
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